martes, 22 de julio de 2008

¿Y si el Sporting fuese de Asturias?

Estamos en una época en la que nos guste o no nos guste, vivimos en un entorno socioeconómico, denominado globalización, cuyos límites dimensionales son impuestos exclusivamente por el propio mercado y las estrategias empresariales para obtener una cuota en el mismo.

Si miramos hacia atrás en el tiempo, y no necesariamente hemos de remitirnos a muchos años antes, podemos observar la evolución de innumerables empresas y otros organismos y estamentos que han desaparecido, fusionado, absorbidos y, en definitiva, se han redimensionado adaptándose a los nuevos tiempos, porque la sociedad está viva y se mueve, siendo por lo tanto conveniente avanzar en paralelo a sus nuevos procesos.

Estoy completamente convencido de que en todos los movimientos y transformaciones habidos en este mundo empresarial y social, han existido en los senos de sus consejos innumerables divergencias y rechazos a efectuar lo que en un momento u otro se ha visto desde alguna óptica como necesario, bien para subsistir, para incrementar cuota, poder, dinamismo, orientación, dimensión y en definitiva beneficios de uno u otro rango, prevaleciendo en la mayoría de los casos la visión empresarial para adaptarse a las circunstancias, tomando las medidas que a buen juicio han hecho que la sociedad en general avance hacia ese mundo globalizado y competitivo que, por sí mismo, arroja del mercado a quienes padecen la enfermedad del inmovilismo. Puedo asegurar que las empresas que actualmente son punteras hoy en esta nueva sociedad, lo son porque han reconocido que sólo se puede triunfar inventando continuamente nuevos servicios que prestar y que su éxito dependerá de su inconformismo, de su imaginación y de su afición por el riesgo.

El Principado de Asturias debería saber aprovechar un gran acontecimiento reciente futbolístico que no puede pasar desapercibido en cuanto a oportunidad para el beneficio general de esta región, a cuya situación económica, aunque se pueda ver desde una perspectiva u otra como la botella medio vacía o medio llena, no le vendría de más el apoyo mediático y de otras índoles que le pudiera proporcionar todo el conglomerado que el fútbol de clase superior facilita.

También considero oportuno recordar a los dirigentes del Sporting de Gijón que la autosatisfacción es lo peor que puede sucederle a una organización, característica que suele dar al traste con todos los movimientos innovadores entorpeciendo cuantas iniciativas se tengan en aras a la prosperidad y grandeza. Les recomiendo que tengan en cuenta que la felicidad de los hombres no es consecuencia de los deseos satisfechos, sino de los deberes realizados.

Sugiero a quienes tengan influencia (que en la definición del banquero Siegmund Warburg son aquellos que aconsejan y deciden en las personas que pretenden tener poder sobre las cosas), que analicen la posibilidad de aprovechar esta inmejorable ocasión para que toda la comunidad en el futuro se pueda ver beneficiada de este acontecimiento futbolístico.

La sinergia resultante del esfuerzo que se realizase por todos los estamentos afectados pudiera llegar a ser de gran resultado para el Principado, en relación a las escasas renuncias requeridas.

-Gijón podría renunciar a su apellido del Sporting. A cambio ganaría en grandeza por su generosidad, sin que por ello tuviera que renunciar a su historia y afectividad y sentimientos.

-Todas las poblaciones de Asturias se verían representadas con su equipo regional en la mayor categoría futbolística, representación que se vería ampliamente distribuida por todos los medios de comunicación nacional e internacional cuando proceda.

-La comunidad asturiana sería sin duda la mayor beneficiada en todo su ámbito regional, especialmente en la actividad turística.

-La afición Asturiana se vería cobijada sin distinción de su localización en un estadio abierto para todos los asturianos, al igual que se hace cuando un asturiano individual triunfa.

-El Sporting del Principado de Asturias, que tendría un mayor apoyo de una afición más amplia y dinámica, tanto en el aspecto numérico como en el geográfico, así como en el sentimental de asturianía.

Consciente de lo polémico que puede suponer esta iniciativa, se me ocurre mencionar a este banquero tan admirado mío Siegmund Warbur, quien fue capaz de superar innumerables crisis por su sentido de anticipación a las mismas cuando en sus despachos habituales ante las discusiones por criterios distintos de sus colaboradores decía: «Cuando el agua es demasiado pura el pez no puede nadar».

Fernando de la Hoz Elices es presidente de la peña Puente de Mando

No hay comentarios:

Publicar un comentario