miércoles, 23 de junio de 2010

Más barato valdría el pan si no lo comiese tanto holgazán

FERNANDO DE LA HOZ ELICES La continua evolución del entorno económico-social está llevando a la sociedad a cuestionarse los métodos y sistemas actuales del desarrollo, especialmente ante la complejidad de la competitividad existente.

Muchos son los factores que están influyendo en este desarrollo hacia lo desconocido, llegando a veces a presentar sensación de caos. Hemos dejado atrás hitos en el desarrollo económico tales como: el papel de los bloques tras la segunda guerra mundial, la adaptación a la era post-industrial, el desarrollo del capitalismo financiero, la internacionalización del capital, los nuevos mercados, la globalización de los mercados, los factores reguladores y en este momento las restricciones internas en los distintos países inmersos en crisis.

Unos nuevos valores en la sociedad actual, especialmente en el Estado español, han ido cobrando importancia a lo largo del último quinquenio: «Primero yo, segundo yo y después yo». -Yo obtengo, yo poseo, yo consumo, yo dispongo, yo triunfo, yo soy más rápido, yo no tengo tiempo para esperar, yo no desprecio mi energía con mi trabajo,?

Una nueva sociedad debe gestionar las paradojas. Ya no está tan claro que las cosas son blancas o negras ni rojas o azules. Hasta ahora veníamos trabajando con variables excluyentes. La nueva sociedad presenta una visión más compleja en la que podemos encontrar colores mezclados que dan múltiples intensidades y tonalidades.

Cada Estado tiene tendencia a resolver las incertidumbres propias de su entorno con cambios estructurales y estratégicos, tales como los aspectos socio-culturales, económicos, político-legales y tecnológicos, pero : ¿quién se está preocupando por la fuerza del trabajo?

La excesiva planificación estratégica en la sociedad quizá está matando el propio pensamiento estratégico. No se trata de elaborar un plan por equipos especializados en «visionar el futuro», sino de infundir a todos los miembros de la sociedad la necesidad de pensar y trabajar estratégicamente. ¿Se trata pues de pensar para trabajar? ¿O de trabajar pensando? No vivimos para estar sanos, queremos estar sanos para vivir.

La miopía del cortoplacismo está matando a nuestra sociedad. La rapidez en las consecuciones sin miras al largo plazo, está catapultando los mejores valores del ser humano, entre los que destaco el amor al trabajo. Todas las actuaciones de los sectores políticos, sociales y económicos, se mueven con la ley del menor esfuerzo: reducción de horas laborales en el trabajo, estímulo permanente al ocio, liberación de horarios laborales, potenciación de reducción de horas laborales, Eres, subvenciones por reducción de tareas agrícolas, laborales e industriales... en definitiva, vivir sin trabajar o al menos vivir con el mínimo esfuerzo, sea quien sea quién sostenga el sistema.

Los Estados, por su parte, tampoco estimulan el trabajo, y no digo que no tengan que amparar a quien por desgracia no tiene posibilidades de trabajar, sino que realizan muy poco esfuerzo para crear trabajo. Sus miras van por otro sendero: sus propios fines y el «beneficiar a su cliente votante».

El uso del «benchmarking» pone en el punto de mira al líder de cada sector al que se pertenece, para reflejarse en su espejo, y aprovecharse de lo mejor de él, pero queda en un ángulo lateral la variable del sacrificio en el trabajo. Normalmente el plagio abarca las variables estratégicas y de reducción de esfuerzos laborales. Proponer más trabajo como conclusión del estudio, no es políticamente correcto.

Hay que tener en cuenta los efectos de las nuevas pirámides demográficas para producir empleo. Basta señalar que entre 1980 y 2020 en los países de Europa Occidental el porcentaje de población con 55 años y más, va a pasar de un 24 % a un 35 % (datos de la OIT), así como el número de jóvenes activos entre 16 y 24 años pasará de 29 a 17 millones. ¿Quién trabajará para mantener a los mayores? ¿Habrá que recurrir a los niños? ¿O a los mayores ya no se nos considerará tan mayores como para no trabajar?

Podemos decir que se acerca una etapa dura, casi de «gestión de lo imposible» llena de grandes dificultades que debemos superar, pero también llena de promesas extraordinarias, de retos inimaginables. Un mundo nuevo viene con amenazas de toda índole, incluso amenazado con desastres ecológicos, pero también lleno de oportunidades. Entre éstas, destaco una y es que podamos ser gestores de nuestro propio destino. Inmersos en este mundo que se nos viene encima, no podemos seguir empecinados en nuestra visión miope del mismo, escatimando esfuerzos en el trabajo. Nuestro reto actual está en trabajar más y mejor cada día, riéndonos de nuestra propia ignorancia y poniendo en marcha nuestra fuerza de trabajo para descubrir o redescubrir nuevos matices, percepciones y posibilidades.

Curiosamente resurge la actualidad de esta cita de Marco Tulio Cicerón, quién unos años antes de su muerte escribió recomendaciones para los gobernantes de Roma, que solían perder el rumbo con bastante asiduidad : «El presupuesto debe ser equilibrado, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la asistencia a los países foráneos debe ser cercenada para que nuestro país no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa de la asistencia del Estado».

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